El ojo seco es uno de los problemas más frecuentes en la consulta oftalmológica. Afecta a millones de personas y, aunque parece algo menor, puede generar gran incomodidad y afectar la visión si no se trata.
¿Qué es el síndrome de ojo seco?
El ojo seco aparece cuando los ojos no producen suficiente lágrima o cuando la calidad de la lágrima no es adecuada. Las lágrimas cumplen un papel vital: lubrican, nutren y protegen la superficie ocular. Sin ellas, los ojos se irritan, arden y se sienten incómodos.
Síntomas del ojo seco
- Sensación de arenilla o cuerpo extraño en el ojo.
- Ardor, picazón o dolor leve.
- Enrojecimiento ocular.
- Lagrimeo excesivo como mecanismo de defensa.
- Molestia al usar pantallas por tiempo prolongado.
- Visión borrosa intermitente.
Causas más frecuentes
- Uso prolongado de pantallas sin descansos.
- Ambientes secos o con aire acondicionado.
- Cambios hormonales (frecuente en mujeres después de los 40).
- Algunos medicamentos.
- Envejecimiento natural.
¿Qué pasa si no se trata?
Dejar el ojo seco sin atender puede dañar la superficie ocular, causar inflamación crónica e incluso aumentar el riesgo de infecciones. Por eso es importante identificar la causa y aplicar el tratamiento correcto.
Tratamientos para el ojo seco
Dependiendo de la gravedad, los tratamientos pueden incluir:
- Lágrimas artificiales: gotas que lubrican y alivian los síntomas.
- Cambios de hábitos: parpadear con frecuencia, usar humidificadores, descansar de pantallas.
- Tratamientos en clínica: procedimientos avanzados que estimulan la producción o estabilidad de la lágrima.
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