Avalado por Médicos del Consejo Mexicano de Oftalmología y por Miembros del Consejo Americano de Oftamología (ASCARS).
Hace falta mucho esfuerzo para concientizar a la población mexicana de la importancia de la cultura de la salud visual. Uno de los aspectos que más descuidamos es el cambio de graduación de nuestros lentes, ya que muchas personas se esperan a que se rayen, se rompan, o de plano, cuando su graduación actual ya no supla el avance de la miopía, hipermetropía, astigmatismo o vista cansada.
Efectivamente, la primera señal para ir a revisar nuestra graduación es cuando se nota de manera evidente que hay una pérdida en la calidad de la visión. Los lentes son un producto de primera necesidad y dejar pasar esta advertencia puede tener como consecuencia molestias como fatiga visual, dolores de cabeza, además de evitarnos situaciones que pueden ir desde pequeños tropiezos hasta accidentes de automóvil.
Una vez prescrito con lentes, lo normal es hacerse revisiones periódicas para monitorear nuestro estado visual, en el caso de los niños, es más frecuente que su graduación se modifique dado que los ojos siguen en desarrollo, por lo que es recomendable ir al menos una vez al año. Si este no ha presentado ningún defecto en su visión, la revisión podría realizarse como máximo cada dos años.
A medida que se llega a la adultez joven la vista suele estabilizarse, por ello el tiempo entre las revisiones puede ser más pausado. Esto sucede a partir de los 20 – 25 años, y a partir de este punto, las revisiones pueden ir de un año a dos como máximo.
Nuevamente ya que el ciclo de vida de una persona se acerca a la mediana edad (40 años), se puede volver a hacer necesario visitar con cierta periodicidad al optometrista, esto es por la vista cansada o presbicia, un defecto refractivo asociado con la edad y que afecta la capacidad de enfocar objetos cercanos. Este es un proceso irreversible que se relaciona con el envejecimiento natural del cuerpo, pero que puede ser resuelto con una nueva graduación.
Es necesario recordar que, si usted lo prefiere, existen otros métodos que pueden corregir este tipo de defectos de la visión y que lo liberan de tener que usar gafas de manera permanente. Nos referimos a la cirugía ocular, la cual tiene diferentes técnicas de aplicación que se pueden adaptar a cada caso particular. Si quiere saber más, acérquese a un oftalmólogo, él podrá hacer la evaluación pertinente para que usted sepa si es candidato a este proceso. Por ejemplo, uno de sus principales requisitos es que el ojo ya haya llegado a su etapa de madurez, es decir, que el paciente esté en una edad superior a los 18 años.
Si notas un cambio negativo en la calidad de tu visión, no dudes en acudir a un monitoreo de tu graduación. No esperes a que tus lentes se rompan o pasen de moda, lo principal es tu salud. Acércate a tu clínica de confianza.
