Entre las enfermedades visuales más comunes causadas por la diabetes se encuentra la retinopatía diabética. Según la Asociación Americana de Diabetes, se trata de la 3a causa de ceguera irreversible en el mundo y la 1a en la población en edad productiva (16 a 64 años) en países en vías de desarrollo. Aunque las cifras demuestran que se trata de una enfermedad prevenible en un 80% de los casos y con mejores expectativas cuando se detecta precozmente, el desconocimiento y la falta de una cultura de prevención son determinantes en las cifras actuales.
Ahora, ¿qué es la retinopatía diabética? Como ya se ha dicho, es una complicación en los ojos derivada de las deficiencias metabólicas del organismo producto de la diabetes. Dentro del globo ocular se encuentra la retina, un tejido sensible a la luz que se ubica en la parte posterior del ojo. Cuando la luz atraviesa la córnea, la pupila y el cristalino, esta llega a la retina, quien se encarga de convertirla en señales eléctricas para el cerebro.
La retinopatía diabética sucede cuando los niveles de azúcar en la sangre obstruyen los vasos sanguíneos que alimentan la retina, disminuyendo el aporte de oxígeno y provocando la aparición de vasos sanguíneos anormales que, con el tiempo, pueden causar graves daños a la persona afectada. De acuerdo con el grado de avance, la retinopatía se clasifica en dos:
Retinopatía diabética no-proliferativa
En la cual las paredes de los vasos sanguíneos se van abultando creando micro-aneurismas. Conforme los vasos se obstruyen y se presentan filtraciones, también se vuelve posible la inflamación de la retina, en concreto, de la mácula (parte de la retina que se encuentra en su centro), corriendo el riesgo de sufrir un edema macular al acumularse el líquido dentro del ojo. Esto puede ocasionar una pérdida considerable de la visión, y que sin tratamiento puede terminar en una ceguera total.
Retinopatía diabética proliferativa
Una vez que los vasos sanguíneos se obstruyen el cuerpo manda señales para crear otros nuevos, pero que son más frágiles y crecen sobre la retina. Cuando sangran, el paciente percibe “manchas” en su campo de visión, y si el sangrado es abundante la pérdida de visión puede ser casi total. A su vez, se sufre el riesgo de cicatrizaciones que afecten el desempeño de la mácula e incluso deriven en un desprendimiento de la retina.
Todas las personas con diabetes, sea del tipo 1 o tipo 2 corren el riesgo de sufrir esta enfermedad de no cuidar los niveles de azúcar en su sangre, por lo que es de vital importancia acudir a un oftalmólogo que pueda hacer una valoración completa del ojo, con énfasis en la dilatación de pupilas, sobre todo porque la retinopatía es asintomática en sus etapas más tempranas. Los síntomas aparecen con discreción, a menudo con pequeñas manchas en la visión, visión borrosa, y conforme se desarrolla, aparece una alteración en la percepción de color, pérdida del campo de visión (a causa de la sangre o el daño en la mácula) y finalmente ceguera.
El tratamiento en las primeras etapas es mínimo, y consiste en la prescripción de ciertos medicamentos, además de enfocarse en la prevención y avance de la enfermedad controlando los niveles de azúcar en la sangre. Se interviene con un tratamiento focal láser cuando ya hay un edema macular en conjunto con tratamiento adicional. En las etapas avanzadas se lleva a cabo un procedimiento llamado fotocoagulación que ayuda a adelgazar la retina y con esto mejorar la circulación para evitar el crecimiento de vasos anormales. Cuando las
hemorragias son severas se recurre a una cirugía llamada vitrectomía, que consiste en la extracción del gel vítreo y de la sangre que se encuentra diseminada al interior del globo ocular. El médico determinará cual es la mejor forma para proceder.
¿Tienes o conoces a alguien que tiene diabetes? No olvides que acudir al oftalmólogo es indispensable para cuidar de tu salud general. La prevención es el primer paso para disfrutar de una vida saludable y longeva, no dejes pasar ningún síntoma y acude a un especialista en caso de dudas.