En los últimos años, y con el gran desarrollo tecnológico, se han dado grandes avances en la solución de distintas afecciones en materia de salud visual. Hoy vemos un gran número de alternativas médicas que proporcionan la solución o el alivio a diversos tipos de malestares. En materia de salud visual, se han desarrollado procedimientos efectivos que frenan el avance de enfermedades como las cataratas y que ayudan a mejorar la visión en gran medida.
A continuación, te hablaremos sobre uno de esos avances: la cirugía LASIK, sus características y en qué casos es necesaria.
Avalado por Médicos del Consejo Mexicano de Oftalmología y por Miembros del Consejo Americano de Oftalmología (ASCARS)
¿Qué es?
Se trata de un procedimiento quirúrgico que cambia permanentemente la forma de la córnea (aquella cubierta transparente en la parte frontal del ojo). El objetivo de esta cirugía es mejorar la visión y reducir la necesidad de usar anteojos o lentes de contacto.
Descripción del procedimiento
Para llevarla a cabo se emplea un láser ultravioleta (láser excímero) que extrae una delgada capa de tejido corneal. Al hacer esto, se le da a la córnea una nueva forma, de manera que los rayos de luz se enfoquen claramente sobre la retina. Al llevar a cabo este procedimiento, se logra que la córnea se vuelva más delgada.
Para realizar el procedimiento, se crea un colgajo de tejido corneal. Este colgajo luego se desprende para que el láser pueda dar forma al tejido corneal inferior. Una especie de articulación en el colgajo evita que este se separe completamente de la córnea. La cantidad de tejido a retirarse, se calcula con anticipación. El cirujano definirá esta cantidad según varios factores incluyendo:
Una vez hecho el procedimiento, se reemplaza el colgajo y es asegurado. Para esta operación no se necesitan suturas posteriores. La córnea mantendrá el colgajo en su lugar de manera natural.
La cirugía LASIK es un procedimiento quirúrgico ambulatorio, es decir, no tienes que internarte en una clínica ni pasar mucho tiempo en reposo. Este proceso tarda de 10 a 15 minutos por cada ojo, por lo que en menos de una hora ya podrás acudir a casa para descansar.
El riesgo de esta operación es mínimo, ya que el único anestésico utilizado es un colirio que adormece la superficie del ojo. El procedimiento se lleva a cabo con el paciente despierto, sin embargo, previamente se le administrará un medicamento para que le ayude a relajarse.
Si deseas mayor información sobre esta cirugía, te recomendamos acercarte a tu médico especialista, quien te proporcionará la orientación necesaria. Recuerda que para tener una salud integral, es importante que consultes a tu oftalmólogo, cada seis meses.
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